Se ha escrito sobre "La Braña"...     

                                                                                            

 

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

GRUPO FUNDADO

 

EN  OCTUBRE

 

DE 1980

 

Diario de León

30/03/2003

02/04/2003

 

Marro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

POESÍA HECHA VIDA

LUCHADOR Y MINERO: JESÚS ANTONIO GARCÍA

 

En la última semana de enero tuvieron lugar las "Jornadas de Lucha Leonesa. Proyección y Futuro", que se celebraron en el Club de Prensa de Diario de León.  El día 30 el romance Luchador y Minero, dedicado a Jesús Antonio García, de La Ercina, sonaría, gracias a La Braña, con ecos de emotividad como cierre de las jornadas.  La petición de reproducirlo en estas páginas tienen muchos orígenes pero un sustrato común: la lucha leonesa encarna una manifestación de cultura popular y de tradición genuinamente leonesas.

 

 

JESÚS SAN JOSÉ - ÁNGEL ARREDONDO

 

Dicen que la valentía

al igual que la nobleza

se inventaron en la mina

y en la lucha leonesa.

 

En el pueblo de La Ercina

cuentan una bella historia,

Jesús Antonio García

siempre estará en su memoria.

 

 
 

 

-Abuelo, ven a mi lado

y siéntate en esta silla,

deja ya de ver la tele,

que hoy está muy aburrida

y cuéntanos una historia

que sepas de buena tinta

sobre un héroe valiente

de esos que tú conocías

que en la lucha leonesa

grandes proezas hacían.

 

El abuelo, muy despacio,

a sus nietos se aproxima,

en su rostro, ya arrugado,

brilla una extraña sonrisa

y una lágrima muy gruesa

resbala por su mejilla.

 

-Hoy es cuatro de setiembre,

la fecha no se me olvida,

hace más de cuarenta años

hubo un  percance en la mina;

cuatro jóvenes murieron

en lo mejor de sus vidas.

Allí murió el luchador

Jesús Antonio García,

más conocido por "Chuchi"

y natural de La Ercina.

La historia que de él se cuenta

es verdadera y precisa,

como un héroe murió

con inmensa valentía.

 

Era Chuchi un gran atleta,

excelente deportista,

campeón en bicicleta

y en las carreras de cintas.

Ya desde que era un chiquillo,

se entrenaba cada día,

y su gran musculatura

era admirada y temida,

pues a los catorce años

luchaba de maravilla.

Además como persona,

todo el mundo le quería,

pues a todos ayudaba,

con todos bien se entendía.

 

El año sesenta y uno

en Boñar le solicitan

para el Corro Provincial

que allí se celebraría.

Eran los tiempos gloriosos

de Frumencio y compañía,

Felipe León estaba

en plenitud deportiva;

la lucha en pesos pesados

fue terrible y muy reñida.

Contra estos grandes colosos

y otros de enorme valía,

Chuchi luchó con coraje,

y tan bien se defendía

que a sus diecinueve años

era verle una delicia.

Aunque no pudo vencerles,

un trofeo conseguía

por su Deportividad

y su lucha noble y limpia.

 

Muchos combates se cuentan

donde este chico vencía

a los gallos más famosos,

dándoles buenas caídas.

Era por ello admirado,

y todo el mundo decía

que dentro de poco tiempo

un gran campeón sería.

 

Pero el aciago destino

no conoce simpatías,

el combate más difícil

lo fue a tener en la mina.

Allí Chuchi trabajaba

como buen electricista,

él era el que iluminaba

la oscuridad de la sima.

Tres compañeros entraron

como siempre, cada día,

a ganarse el duro pan

arrancando la antracita,

cuando el traicionero gas

de una de las galerías

les asfixió de tal modo

que moverse no podían.

 

Uno solo a duras penas

logró encontrar la salida.

Se disparan las sirenas,

el valle se estremecía.

Chuchi, que dentro del corro

aprendió la valentía,

sin dudar un solo instante

a auxiliarles se encamina.

Detrás de él iba el minero

que ayuda urgente pedía,

los dos aprietan el paso,

el peligro desafían.

A medida que se adentran

con dificultad respiran,

pero siguen avanzando

todavía más deprisa.

 

Pasaron varios minutos,

todo el silencio domina.

Caras pintadas de luto

miraban la bocamina.

Nadie salía de dentro,

la esperanza se termina.
Las madres van a su encuentro

destrozadas y afligidas.

Logran entrar las brigadas

hasta el fondo de la mina,

se les parte el corazón

al ver los cuerpos sin vida.

Tendidos están los cuatro,

tienen las manos unidas,

parece que están dormidos

por su apacible sonrisa.

Y Santa Bárbara, al verlos,

dicen que lloró ese día,

y que les llevó a su lado

para hacerles compañía.

Mayor nobleza no cabe,

dar por los otros la vida.

En el último combate,

el cielo entero aplaudía.

 

 

 

 

 

 

 

 

EVOCACIÓN Y COMPROMISO

 

La triste y apagada actualidad de la lucha leonesa no da para mucho más, para apenas nada.  Así que mejor expansionarnos en clave de evocaciones más o menos sentimentales y siempre comprometidas -compromiso de identidad- con la exaltación de nuestra lucha en cualquier frente.  Y así, al hilo de la publicación el pasado domingo en nuestro Suplemento Cultural "Filandón" de la letra del Romance-homenaje al heroico luchador Jesús Antonio García, de La Ercina, vamos desde aquí y durante un par de semanas a tratar de complementar y contextualizar un tanto dicho texto exaltador -de la lucha- y homenajeador -del luchador-.

 

Pero en fin, elevándonos sobre estas disgresiones y retomando el componente cultural-popular, la lucha leonesa sugiere e inspira estampas de acrisolado costumbrismo.  Tradición oral de  gestas, pugnas y lances.

 

Y a algunas de estas gestas les ha dado forma de romances, musicalizándolas, el grupo músico-vocal folk "La Braña". De ahí surgiría el CD del "Romancero de la lucha leonesa" de acceso y circulación más que restringido puesto que al ser financiada su grabación por la Diputación Provincial suyos son los -digamos- derechos de distribución y demás.  Luego bloqueo absoluto para lanzamiento, promoción, comercialización...

 

O sea que el que quiera adquirir en El Corte Inglés el romancero y/o el Himno a la luche leonesa -¡de lo más vibrante y enardecedor!-, como sucedería con cualquier grabación "normal", ha de quedarse con las ganas.  ¿Hasta cuándo...? Como para pretender que se ponga en el mercado este último romance que acaba de componer y prestar "La Braña" y que supuso de alguna manera la razón
de tal acomodo a toda página en el "Filandón".