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CULTURA
LA
BRAÑA: "EN 40 AÑOS NUNCA NOS DIERON CON LA PUERTA EN LAS NARICES"
El grupo folk por excelencia de León, celebra sus cuarenta años de
andadura con un libro recopilatorio de su trayectoria, con más de 8 horas
de música, 137 canciones, fotografías...
La Braña ha decidido, para celebrar sus cuarenta años de andadura, hacerle
un regalo a los leoneses. Un libro que es mucho más que un libro, que
también, pero súmale un archivo fotográfico y de prensa, la cronología del
grupo, las letras de su repertorio completo y, sobre todo, una memoria USB
que contiene sus 17 álbumes, con 137 canciones y ocho horas y cuarto de
música. Una joya que presentan este miércoles y mañana jueves en el salón
del Ayuntamiento de León. Lo harán dos veteranos del grupo —Jesús San
José, Sanjo, y Ángel Arredondo, Gelo, acompañados de su editor, José
Antonio Martínez Reñones (Lobo Sapiens).
Con los dos presentadores, Gelo y Sanjo, hablamos de 40 años de historia,
anécdotas y música.
–¿Caben 40 años en un
libro?
–En un libro bien resumido
se puede contar toda la Historia Universal, así que con más motivo ha de
caber la vida de un grupo. En realidad, lo esencial sí que cabe. Si
realmente quisiéramos contar «todo sobre La Braña», daría para escribir
otro libro, pero nos estaríamos atribuyendo excesiva importancia y no es
el caso.
–¿ No es normal que un
grupo de música aguante tanto tiempo, ¿cuál es el secreto de La Braña?
–No hay secreto, porque todo está a la vista. Para empezar, la ilusión e
interés por una tarea que nos pareció apasionante, la canción tradicional
leonesa, y en segundo lugar, el apoyo del público en todo momento. Claro
que ha sido muy importante la continuidad de los componentes, que estamos
ligados por profundos lazos de amistad y familiares; los cinco miembros
actuales ya estábamos presentes en el sexteto inicial y tenemos muy claro
nuestro objetivo desde entonces. Por otra parte, el no vivir de la música,
sino de nuestros trabajos personales, hace que se puedan afrontar las
épocas de crisis sin que el grupo se venga abajo. Hemos aprendido a
comprendernos y a trabajar juntos, cada uno en su parcela.
–De 1980 a 2020, ¿ha
cambiado mucho la percepción y el interés por nuestra música, por sus
canciones?
–En 1980 había un gran desconocimiento y muy poco interés por la música
tradicional. En el medio rural se estaban perdiendo de forma drástica las
tradiciones y costumbres antiguas, como cantos y bailes, juegos,
filandones, pastoradas, ramos, pendones, dulzaineros, tamboriteros,
rabelistas y otros músicos populares; en las ciudades el folklore estaba
casi reducido a la herencia de la Sección Femenina y la música coral
basada en las recopilaciones de Venancio Blanco, Fernández Núñez, Felipe
Magdaleno o el padre Pastrana.
–¿Y cuarenta años después?
–se han ido recuperando muchas de las tradiciones leonesas, tanto en su
entorno rural de siempre como en las recreaciones por parte de grupos
musicales y de baile. Un hito muy importante fue la publicación por Miguel
Manzano y Ángel Barja del ‘Cancionero Leonés’ en 1988, obra amplísima y
modélica en su género y también la creación del Área de Cultura
Tradicional en la Escuela de Música de León y en otras localidades, que ha
permitido la formación de cientos de personas en temas como pandereta,
chifla y tamborín, gaita, dulzaina, rabel, bailes, indumentaria, etc.,
bajo la dirección de profesores muy cualificados, con lo que actualmente
hay grandes intérpretes de música tradicional de todas las edades, incluso
niños.
–¿Sigue habiendo estudiosos
de nuestra música y tradiciones?
–Existe un reducido grupo de personas muy comprometidas con el estudio de
la tradición oral leonesa, como David Álvarez Cárcamo, que ha hecho
publicaciones valiosísimas como las grabaciones de Casares de Arbas o el
libro sobre el Romancero tradicional leonés. En cuanto a la música que
nosotros hemos propuesto, hay que decir que desde el primer concierto nos
vimos sorprendidos por la entusiasta acogida del público leonés y así ha
seguido hasta hoy.
–¿Cómo os recibían cuándo
llegabais a un pueblo a decirle a la señora que os cantara sus canciones?
–Hemos de decir que nunca nos dieron con la puerta en las narices, sino
que solían recibirnos muy bien, entendiendo nuestro objetivo de que no se
olvidasen las canciones que habían formado parte de sus vidas y las de sus
antepasados. Normalmente concertábamos contacto con los informantes a
través de amigos o conocidos, pues es difícil llegar a un pueblo y acertar
con los informantes más adecuados. Hay que superar un cierto recelo
inicial, como la sensación de que nos vamos a reír de sus cosas o que lo
que ellos cantan no tiene valor. En cualquier caso, la tarea de
recopilación no es fácil, aunque sí muy gratificante porque estás
continuamente encontrando ‘tesoros’.
–¿Qué comarcas pueden
considerarse más ricas en patrimonio musical?
–Todas las comarcas son muy ricas. Probablemente no haya una provincia con
tanta variedad de comarcas y con tanta riqueza de canciones e instrumentos
tradicionales. Prácticamente por todas partes donde se escarbe se aprecia
un patrimonio oral abundantísimo. La cuestión es que ese patrimonio a
veces está escondido en la memoria de ciertas personas y otras veces se
hace más patente.
–¿Pues dónde se hace más
patente?
–En Maragatería se enorgullecen de sus bailes y canciones y por ello los
recopiladores forasteros, como García Matos, Alan Lomax o Kurt Schindler
han ido siempre allí a recoger información. En el Bierzo hasta hace poco
las que más se valoraban como ‘canciones bercianas’ eran las tonadas
urbanas de ronda o los cantos de bodega, hasta que la recopilación de
Amador Diéguez Ayerbe para el ‘Cancionero berciano’ puso de manifiesto su
gran riqueza en canciones de todo tipo y de gran belleza y originalidad.
Laciana y Babia presentan un folklore muy característico, representativo
del país de las brañas, y en general, todas las comarcas andan sobradas de
coplas y cantares. Así lo demuestran las recientes recopilaciones de José
Luis Puerto en comarcas como Rueda y La Bañeza, o las de Ángel Fierro, en
los Argüellos, Marcelino Díez en Prioro, etc.
–¿Dónde se ha perdido más?
–No parece que haya en León algunas comarcas que hayan dejado perder sus
tradiciones más que otras, porque los fenómenos de ‘modernidad’ y
globalidad cultural uniformadora han afectado a todas. Se ha perdido sobre
todo la funcionalidad de las canciones tradicionales, y se ha perdido el
entorno en el que se creaban. Por ejemplo, si no existe el servicio
militar, irán perdiéndose las canciones de quintos; si ya no se usan los
molinos, se perderán infinidad de coplas y canciones donde el molinero o
la molinera eran protagonistas; y así pasa también con las canciones de
trabajo o relacionadas con el ciclo anual o el ciclo vital. Lo
sorprendente es que, a pesar de estos cambios en las formas de vida,
todavía se mantengan las canciones en la memoria de muchas personas. Será
porque han formado parte importante de sus vivencias, y aunque solo sea
por eso, merece la pena rescatarlas y conocerlas.
–¿Qué sensación os queda
después de acabar el trabajo y verlo ahí reunido?
–Sobre todo, la satisfacción de poner de manifiesto una parte de nuestra
cultura para que las generaciones venideras puedan conocerla. Y también el
haber podido integrar de forma unitaria todas las canciones de nuestro
repertorio.
–¿Os queda cuerda para
rato?
–Nunca se sabe hasta dónde llegará la cuerda, pero sí sabemos que nada es
eterno. Por ley de vida seguiremos mientras la salud nos lo permita, de
momento tenemos muchos proyectos.
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