Cuaderno de cantares:

Pájaros y otras aves

 

 

 

A la mar se van los ríos,
paloma revoladora,
no pongas el pie delante,
deja que ruede la bola.

  Abran esas puertas de arco,
ábranlas de par en par,
dejen que entre la paloma
dentro de su palomar.
  Adiós, palomita
de las alas rojas,
que hoy te despediste
de las otras mozas.

 

 

Adiós, palomita,
de los palomares,
que ya te despides
de tus mocedades.

  Al empezar me temo,
porque hay algunas
que a las aves que vuelan
les cortan plumas.
  Al subir a una arboleda
cantaban los pajarcitos,
cantaban: Cristo nació,
cantaban: Cristo ha nacido.

 

 

Aquel pajarillo, madre,
que canta en el ramo verde,
ruégale a Dios que no cante,
porque mi amor no se duerme.

  Asómate a la ventana,
a esa que mira hacia el río,
y verás que en la arboleda
un pájaro ha puesto el nido.
  Cantaban los pajarcitos
por encima de la fuente,
y en el cántico decían:
vivan todos los presentes.

 

 

Cantaban los pajarcitos
por encima del romero,
y en el cántico decían:
Vivan los casados nuevos.

  Cantar que del alma sale
es pájaro que no muere,
porque canta los sentires
y el corazón siempre siente.
  Como los pájaros cantan
el trino de sus amores,
así canto yo la jota
para aliviar mis dolores.

 

 

¿Cómo quieres que te quiera
y que te tenga afición,
si otro pajarillo vuela
dentro de tu corazón?

  Cuando sales al campo,
morena mía,
cantan los pajarillos
con alegría.
  Cuatro palomitas blancas,
subidas en el alero
se dicen unas a otras:
no hay amor como el primero.

 

 

Cuatro pies tiene el lobo,
cuatro la loba,
cuatro la lagartija,
dos la paloma.

  Dame la mano, paloma,
para subir a tu nido,
me han dicho que duermes sola,
quiero yo dormir contigo.
  De la rama a la ventana
yo vi volar a un jilguero,
yo también voy a mudar
de lo llano a lo ligero.

 

 

El jilguero con su pico
parte los granos de alpiste,
y tú me partes el alma
con las cosas que me dices.

  El pajarito
y el pajarero
qué bien cantaba
n’el mes de enero.
  El pájaro era verde,
las alas de color,
piquito de canario,
más bonito que el sol.

 

 

En el jardín del amor
vuela una paloma triste,
en busca del bien que adora
no hay rama que no registre.

  En el monte canta el cuco,
en la torre la cigüeña,
el pajarito en el campo,
el borracho en la taberna.
  En la torre de la iglesia
hay un nido de jilgueros
y ha dicho el señor cura
que no le toquen los huevos.

 

 

Entre los ajos
y entre los puerros
tengo yo un nido
de pajarzuelos.

  Eres hija del sueño,
paloma mía,
siempre que a verte vengo
te hallo dormida.
  Eres más hermosa, niña,
que la nieve en el collado,
que la azucena en el huerto,
y la paloma en el prado.

 

 

Eres pájaro diestro,
pero no sabes
la destreza que tienen
las otras aves.

  Están puestas en el baile
las palomitas hermosas,
como no son volanderas
en cualquier sitio se posan.
  Hermosa y blanca paloma,
que de lejos vengo a verte,
asómate a la ventana
si no hay otro inconveniente.

 

 

La madre de esta doncella
bien tiene por qué llorar:
se le marcha la paloma
de tan lindo palomar.

  La Virgen de la Encina
tiene tres torres,
dime, paloma blanca
en cuál te pones.
  Las mozas de mi pueblo
qué bien que cantan,
paé que tién jilguerines
en la garganta.

 

 

Los pajarillos y yo
nos levantamos a un tiempo,
ellos a cantar el alba,
yo a llorar mis sentimientos.

  Los pajaritos del cielo
cantando mecen la cuna
y el Niño recién nacido
jugando está con sus plumas.
  Los pájaros cuando cantan
bajan a beber al río,
y con las alitas dicen:
yo con ésta me despido.

 

 

Mi amante puesto a caballo
parece el ave que vuela,
cuántos quisieran saber
el pensamiento que lleva.

  No creas que porque canto
tengo el corazón alegre,
que soy como el pajarillo,
que si no canta se muere.
  No salgas, paloma, al campo,
mira que soy cazador,
si tiro un tiro y te mato,
para ti será el dolor.

 

 

Pajarillo jilguero,
dime qué comes.
Arenillas del río,
del campo flores.

  Pajarillo que cantas
en la laguna,
no despiertes al niño
que está en la cuna.
  Pajarillo que pretendes
en el huerto hacer el nido,
antes de llevar la paja,
repara bien el peligro.

 

 

Pajarito jilguero,
no cantes tanto,
no sea que la risa
se vuelva llanto.

  Pajarito ruiseñor
que en el pico llevas hilo,
dámelo para coser
tu corazón con el mío.
  Pájaro que estás volando
por encima del convento,
toma y llévale esta carta
a una niña que está dentro.

 

 

Pájaro que estás volando
y en el pico llevas flores,
en las alas alegrías
y en el corazón amores.

 

Para empezar a cantar
no voy a pedir permiso,
que ya soy pájaro viejo
y sin cantares no vivo.

  Parece mi morena
cuando va a misa
pajarita de nieves
que anda y no pisa.

 

 

Pensamiento que vuelas
más que las aves,
llévale este suspiro
a quien tú sabes.
  Revolaba la paloma
por la torre de Bustillo,
que echen los mozos afuera,
que nos beben todo el vino.
  Qué alegres los pajarillos
que cantan en la arboleda
al ver pasar por allí
la flor de la primavera.

 

 

Quisiera ser como el cuco,
pájaro que nunca anida,
pone el huevo en nido ajeno
y otro pájaro lo cuida.

  Si quieres que te quiera,
pájaro verde,
si quieres que te quiera
has de quererme.
  Tengo un pájaro que canta
cuando te suelo nombrar,
mira si te nombraré
que está ronco de cantar.

 

 

Todas las avechuchas
hoy se han juntado
a comer un borrico
desorejado.

  Un pajarillo alegre
picó en tu boca
pensando que tus labios
eran dos rosas.
  Un pájaro con cien plumas
no se puede mantener,
y un escribano con una
mantiene hijos y mujer.

 

 

Volaban los pajarcitos
por encima del romero,
con su lenguaje decían:
Que viva el tamboritero.

  Vuela la paloma
por cima la oliva,
vivan muchos años
padrino y madrina
  Ya está el pájaro, madre,
puesto en la esquina
esperando a que llegue
la golondrina.

 

 

Curas, monjas
y frailes

                                     

Las mujeres
y los hombres