Se ha escrito sobre "La Braña"...     

                                                                                            

 

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

GRUPO FUNDADO

 

EN  OCTUBRE

 

DE 1980

 

Diario de León

06/10/1984

 

Victoriano Crémer

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿LA MÚSICA AMANSA A LAS FIERAS?

        Si así fuera, cabría asegurar que en León no quedan fieras que no dispongan de su acreditación de seres perfectamente mansos y puros de corazón. Porque de otras manifestaciones de arte podemos o no carecer, pero no de música, de músicos y aun de Mecenas oficiales dispuestos a elevar a categoría la bella anécdota de la música folklórica.

        En la Sala pretenciosamente calificada de "los tapices", perteneciente al dispositivo del Palacio (y en León no hay más Palacio, digno de tal nombre, que el de los Guzmanes, que a todos los demás, como el de Grajal, se los llevó la trampa, la desidia
y la esterilidad de los instrumentos prescritos para los fines de su defensa y recuperación), pues digo que en la hermosa Sala destinada a expresiones de arte, se reunieron, atendiendo la cita de la Excelentísima, los más calificados representantes, a lo que
se expresaba, de la promoción musical folklórica de nuestra Ciudad, todos ellos alrededor de los seis muchachos componentes
de un grupo que está obteniendo resonantes asistencias: "La Braña": Jesús San José Hernández, Marcelino Rodríguez Díez,
Ángel Arredondo Giraldo, José Antonio García Trabajo, María del Pilar Pérez González y María Teresa Pérez González.
Cuéntense si son seis, y está completo el grupo.

        Lo del título de la agrupación puede venirle castizamente de la versión enciclopédica que explica que "braña" puede referirse a los poblados habitados por los vaqueros de alzada. Y de ahí pueden alcanzar los armonizadores de letras y músicas la inspiración, después de recogidas las versiones originales y transformadas en motivo de referencia musical.

        Los temas de "La Peregrina" y el baile de "Los titos" aparecen incorporados a nuestro repertorio folklórico desde tiempos inmemoriales, y aún cuando esto mismo acontece en distintas regiones españolas, la armonización y texto responde justamente a las peculiaridades del Cancionero leonés, tan precisamente acotado y anotado por Menéndez Pidal.

        Fue, pues, una fiesta la que nos proporcionaron de consuno la Diputación Provincial y el Grupo de Canciones tradicionales leonesas "La Braña". Puede decirse, sin menoscabo de otras concurrencias, que allí estaban los más y los mejores de nuestra preocupación de rescate de las señales de identidad cultural leonesa, que es término que ahora se usa con descaro para todo, y el Presidente de la Diputación, en unas brevísimas palabras, puso de manifiesto la voluntad corporativa -también del Ayuntamiento, que colaboró en la empresa de editar este segundo álbum de canciones-, de colaborar en todo aquello que pueda influir en el mantenimiento y extensión de nuestra condición leonesa.

        Subrayando con su presencia la importancia de la ocasión, figuraban el General Gobernador Militar y el Presidente de la Diputación, y la representación municipal y el vicepresidente de la Junta de Castilla y León. Brillaron por su ausencia otras autoridades no menos obligadas por más que tuvieran condigna representación.

        Y en aquel ambiente relajado, amable, cómodo y fecundo, los reunidos cambiaron impresiones, no solamente sobre el cancionero que servía de fondo musical al acto, sino sobre casi todos los problemas culturales que con tan dramática instancia se nos proponen a los leoneses. Y a nadie se le ocurrió, ni siquiera como mero accidente conversacional, hablar de política.

        Entre los reunidos aparecían representantes bien calificados de la acción política local y provincial: Concejales, diputados, directores de algo, agregados técnicos y etcéteras sin nominación ni función específica, pero contantes y sonantes en las
relaciones político-sociales de nuestra hora. Y a nadie se le ocurrió la idea de proponer un tema que pudiera implicar la
activación de una polémica.

        Se hablaba, con voz dominada, como por no perturbar la bella leyenda de La Peregrina, que iba con su esclavina, con su cartera y con su bordón camino de Santiago, y sobre cuestiones sensiblemente ahincadas en el ánima viva de los reunidos: De la dotación de un órgano para la catedral, de la ruina lamentable del Palacio de Grajal, con la invitación para una visita de reparación moral; de la insensibilidad de nuestros dispositivos oficiales ante las depredaciones o degradaciones de nuestro conjunto monumental y artístico; de la deseada recuperación de la Orquesta de Cámara; de la reconstrucción del tiempo de la Zarzuela...

        ¿Eran estos mismos concurrentes a la convocatoria musical de la Diputación, con música del Grupo "La Braña", los mismos que una vez en contacto con la realidad política del país, se convertían en temibles pájaros de mal agüero, en feroces depredadores, en repugnantes bestias carroñeras?...

        Cuando, cumplida la ceremonia, el público se dispersó por los pasillos del Palacio, quedaba patente el aforismo de que
la música amansa a las fieras. ¿Por qué no establecer corrientes musicales allí donde germinan los encuentros exterminadores entre conciudadanos de diferente signo?...