EL AMOR
No sé qué cantares cante,
para no ofender a Dios,
porque todos los cantares
tienen palabras de amor.
("Del cancionero leonés" Mariano D.
Berrueta)
Se ha llegado a decir que todas las
canciones compuestas tienen como tema fundamental el amor:
amor de hombre y mujer,
de padres e
hijos,
amor al trabajo,
al dinero o al licor,... Puede ser que tal afirmación sea exagerada, pero de lo que sí estamos seguros es de que el amor ha sido y es fuente inagotable de inspiración poética y musical.
En el folklore, el amor es un tema de indudable importancia; de hecho es significativo que el trovador, el juglar o el simple compositor anónimo de la
Canción Tradicional le hayan dedicado tanto culto. El tema del amor no puede ser encasillado dentro de un tipo determinado de canciones, aunque sea cierto que existe un estilo folklórico musical -las canciones de ronda- esencialmente amorosas, del que hablaremos a continuación.
Pero antes de adentrarnos en el mundo de las rondas, vamos a detenernos durante unos momentos en tres aspectos del amor que aparecen con frecuencia en las canciones tradicionales.
EL AMOR SUBLIME
Muchas canciones tratan el amor de un modo
sublime. Estos temas están cargados de un
suave lirismo y un
intenso
sentimiento. En ocasiones son de un gran valor poético. Los
ritmos, la
letra y la
rima están perfectamente compenetrados. El
vocabulario
es
delicado y
cargado de múltiples connotaciones. La
música suele acompañar con estas características:
melodía suave,
sencilla,... De este modo, el compositor tradicional crea una atmósfera en torno a las canciones, que realza esa sublimidad que en sí ya tienen. En el
Romance de "La Peregrina"
tenemos un claro ejemplo:
"Camino de Santiago,
con grande halago,
mi peregrina la encontré yo;
y al mirar su belleza,
con gran presteza,
mi peregrina se hizo al amor..."
EL AMOR TRÁGICO
A veces se pasa de la sublimidad a la
tragedia; el amor trágico es muy abundante en todo el folklore español y cumplía una finalidad en una época en que los medios de comunicación no estaban tan desarrollados. Las noticias llegaban a las gentes -en ocasiones, muy deformadas- por
romances de ciego,
coplas o similares. Los autores de estos temas utilizan aquellos sucesos, verídicos o imaginarios, que se salen de la vida normal:
incestos,
muertes de amor,
suicidios,
crímenes,... El hecho en sí suele aparecer muy
exagerado, para mantener la atención de los oyentes, ya que por regla general son canciones de una
gran duración. Es fácil distinguir en ellos una recreación en los aspectos
morbosos y
pecaminosos, así como una intención claramente
moralizante. Está extendidísimo el célebre
Romance de Adela o
"Pepe y Elena":
"Eran dos jovencitos
que se querían,
llevaban cinco años
que pretendían.
Ella le amaba, ella le amaba,
pero él era un tunante,
que la engañaba, que la engañaba".
EL AMOR JOCOSO
Ya hemos abierto nuestra ventana a las
jotas,
"la alegría hecha música". En ellas el amor aparece preferentemente rodeado de un tono
humorístico y
jovial. Es éste un aspecto del amor donde se refina la
ironía y la
mordacidad, pero siempre de una manera
sana e
ingeniosa. Aquí encontraban nuestros abuelos la fórmula para decir lo que de otro modo no se atreverían a expresar:
"Si te quise, fue por burla;
si te amé, por cumplimiento.
Si te di parola un rato
fue por mi divertimiento".
No es difícil encontrar estos tres aspectos entremezclados. Sin duda, donde mejor se aglutinan todos ellos es en las
canciones de ronda.
LAS RONDAS
Forman un apartado con personalidad propia dentro de la Canción Tradicional. Surgen como consecuencia de la necesidad que sienten los amantes de manifestarse su amor. Ciertos días señalados, hacia el anochecer, salían los mozos a cantar canciones a sus amadas.
Los rondadores podían ir
solos o en
grupos de amigos cantando a coro, que en algunos casos se acompañaban de instrumentos típicos dando origen a un tipo de agrupación musical:
la
rondalla. Solía ocurrir que entre dos de estos grupos de rondadores se establecían
disputas y
rivalidades que también aparecen reflejadas en las coplas que improvisaban.
En las rondas es frecuente que sólo hable el
amante, mientras la amada permanece impasible escuchando embelesada a su rondador. Otras veces, es el amante el que habla solo, lanzando su copla al viento por la ausencia de su amada, al añorarla por contemplar un objeto que ésta le regalara, al mirar su retrato o ante un simple recuerdo. Pero la forma más completa de ronda se produce cuando se entabla un verdadero
diálogo entre mozo y moza. El diálogo se sucede entre los dos amantes en toda la canción o en parte de la misma:
"ÉL: -Hermosa y blanca paloma,
que de lejos vengo a verte;
asómate a la ventana
si no hay otro inconveniente.
ELLA: -Inconveniente no lo hay,
pero ya estoy acostada
y no tengo por costumbre
asomarme a la ventana."
El
diálogo puede no ser
argumental, sino que se vayan lanzando coplas unos a otros, a veces muy
pícaras y
mordaces, pero siempre
simpáticas.
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