La Chifla

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LA CHIFLA


    Aunque son muy variados los
instrumentos musicales que intervienen en el folklore leonés, ninguno es tan representativo, específico y evocador del sonido de la tierra como los inseparables "chifla" o flauta y tamboril.

        En muchas comarcas de
León, Zamora, Salamanca y partes de Extremadura, se tocan unas flautas básicamente similares, en las que varía el tipo de materiales, el torneado y otros pequeños detalles. En Salamanca reciben el nombre de "gaita charra", aunque no tengan nada que ver con la familia de las auténticas gaitas. Basado en el mismo principio está también el "txistu" vasco.

        Ciñéndose a la
chifla típica de la provincia de León, que a veces puede llamarse también "pito", su origen parece ser muy antiguo, y se asemeja bastante en cuanto a la emisión del sonido a la flauta dulce, siendo ambas de pico con embocadura cortada en bisel. El detalle que más la diferencia es que para la modulación del sonido solamente posee tres agujeros, que están situados en el extremo inferior, dos por arriba y uno por abajo. Combinando las posiciones de cierre de éstos con la mayor o menor fuerza del soplido, se obtienen las diferentes notas musicales.

        A pesar de poseer sólo tres agujeros, existe una enorme ventaja compensatoria. El instrumento
se toca con una sola mano, la izquierda; y de este mismo brazo cuelga el tamboril, que se toca con un palillo o baqueta empuñada por la mano derecha. De esta manera, el mismo hombre, llamado tamborilero o tamboritero, puede tocar ambos instrumentos a la vez.

        Las primitivas y rudimentarias flautas se hacían a
navaja, empleando maderas que tuviesen médula. Hoy día se hacen a torno, en maderas de fresno, boj, urz, castaño, o de corazón de encina. Debido a su fabricación totalmente artesanal, no está fijada con exactitud su longitud ni su grosor, ni la distancia exacta entre sus agujeros; lo que hace muy difícil encontrar chiflas que afinen con precisión, y también que sea un instrumento muy individualista, pues no permite tocar entre varios, como sucede con el txistu. Habría que premiar y subvencionar urgentemente la fabricación de buenas flautas correctamente afinadas.

        Afortunadamente, hoy en día, en nuestra provincia, el uso de la chifla se prodiga bastante, sobre todo en La
Maragatería, El Bierzo y en algunas zonas cercanas a ellos. En algunos lugares convive con la dulzaina o con la gaita de fole, dándose el caso que un mismo músico podía tocar ambos instrumentos según la ocasión.

        La
chifla tiene una sonoridad aguda, pero delicada, más bien escasa para ser tocada al aire libre. En romerías y bailes se oye a lo lejos el sonido del tamboril y hasta que no llegamos junto a ellos no se comienza a oír la flauta. Esto hace que el tamboritero juegue un papel importante dentro del baile, ya que se sitúa en medio de los bailadores como uno más para que se le oiga bien, y en muchas ocasiones es el que dirige y ordena los movimientos del baile, incluso pudiendo mover los pies como los demás bailadores.

        Hay que denunciar la ausencia(*) de
escuelas de chifla y tamboril en nuestra provincia, donde ya existen escuelas de dulzaina y gaita. Es importante que los leoneses y sobre todo los jóvenes conozcan estos instrumentos y puedan en su día tomar el relevo de los tamboriteros viejos.

(*)
Esta carencia en la actualidad ya está felizmente superada, gracias a las escuelas municipales de folklore de León. El artículo original fue escrito en 1987.

 

 


 


Los autores de este artículo fueron:  José Antonio García Trabajo y Jesús San José Hernández.

Fue publicado en el Diario de León, en la sección "El Filandón" el 27 de septiembre de 1987.

Las ilustraciones creadas por Gómez Domingo.