El Juego Tradicional

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EL JUEGO TRADICIONAL



        Hemos reiterado muchas veces la importancia que tienen los niños dentro de la cadena transmisora de la tradición. Son ellos, sin lugar a dudas, los que recogen las enseñanzas de sus mayores, su cultura y su modo de vida. Son ellos los que han hecho posible que las canciones, las costumbres, los refranes, los dichos, los cuentos..., es decir, todo aquello que configura la Cultura Tradicional, siga viva y se haya mantenido a lo largo de los siglos.

        La base de todo este aprendizaje ha estado y está en el juego. Desde muy temprano, el niño capta el saber popular, transmisor de cultura que le posibilita para descubrir los códigos básicos de la sociedad en la que vive. ¿Cuál es el origen del juego tradicional? Existen varias hipótesis. Algunos hablan de su origen mágico-religioso, otros de que el juego es una degradación de las ceremonias que tenían los adultos. Todas ellas parecen fundamentarse en la imitación que de los mayores realizan los niños constantemente. Pero, dejando a un lado las hipótesis, lo que sí creemos es que el juego es un nexo de unión entre el adulto y el niño, un punto de convergencia que supone un núcleo de apoyo para la conservación de la cultura de nuestro pueblo.



EL JUEGO Y LAS CANCIONES INFANTILES


        Dentro del juego tradicional existe un aspecto muy importante: la música. No todos los juegos se hacen acompañar de canciones, pero sí una gran parte; quizá sea para hacerlo más ameno o para que todos los jugadores participen en aquellos momentos en los que no actúen de protagonistas. Este es el caso de "el corro", "el cocherito, leré", "la comba", etc. En todos ellos, el juego y la canción se hacen inseparables. Pero la canción es capaz de extrapolarse y formar un apartado de estudio dentro de la Canción Tradicional: son las canciones infantiles o las de corro. En León abundan las canciones de ruedas, saltos de comba y cordel. Los temas suelen ser historietas o leyendas que relatan amores, sucesos, acontecimientos con reyes o princesas, milagros y vidas de santos o referidos a los recreos de las escuelas. En ocasiones, en algunas de ellas, aparecen fragmentos de viejos romances. El modo suele ser mayor y la métrica de dos o tres tiempos en combinación simple, desenvolviéndose regular y simétricamente en sus frases.



LOS PREPARATIVOS


        Las canciones infantiles, como ya hemos dicho, se insertan en el juego en sí, pero a veces también aparecen en todo ese ritual que suele precederlo; es decir, cuando se elige al que comienza, al que la pone. Veamos tres ejemplos para elegir al que la pone o paga en primer lugar:

 
       1º: Se tira una piedra al alto, y al que le toca al caer, paga. Antes de tirarla, se dice: 


"Los chinitos de la China,
cuando no saben qué hacer
tiran piedras a lo alto
y dicen que va a llover.
¡Una, dos y tres!"



        2º: Se cuenta un número elegido al azar; después de hacer "¡Plum!", se comienza a contar, tocando uno tras otro a los jugadores:


"Una dona,
tena, catona,
quina, quinete,
estando la reina
en su gabinete,
vino Gil,
apagó el candil,
candil, candilón,
cuenta las veinte,
que las veinte son."



        3º: Al ritmo de una canción o recitado:


"Un don-din, colorín, colorete,
un don-din de la felicidad.
Manu feli, manu feli, fuera estás.
El estuche, las tijeras y el dedal.
Botón, botón,
de la bota botera.
¡Chiribiritón!
¡Fueee...ra!"

 


 

 

Los autores de este artículo fueron:  José Antonio García Trabajo y Jesús San José Hernández.

Fue publicado en el Diario de León, en la sección "El Filandón" el 30 de agosto de 1987.

Las ilustraciones creadas por Gómez Domingo.