LA JOTA: LA ALEGRÍA HECHA MÚSICA
Alguien dijo alguna vez que la Jota es el canto popular que más nos une. Y es que en la Jota todo es gracia, salero: cuando sus notas suenan, los pies saltan solos, los brazos se elevan y todas las tristezas y las penas se olvidan:
"Y aquí me pongo a cantar
sin pena, que no la tengo..."
La Jota es uno de los más claros exponentes de la íntima fusión entre danza y canción tradicional, ya que su principal objetivo es el baile. Es el baile típicamente español por excelencia. Se extiende por todas las regiones alcanzando en cada una de ellas un estilo propio y formas diferentes. Su ritmo, por esa razón, es siempre ternario, lo que obliga a los pies a moverse en tres tiempos, muy distinto del andar, que se hace en dos.
LA JOTA LEONESA
La Jota Leonesa es bastante típica y no es difícil de reconocer como tal, aunque también tiene diversos modos de interpretación según las comarcas. Es muy variada en formas, temas y estilos, y en general su ritmo es vivo y movido, aunque no tanto como a veces se exagera. A la hora de cantarla y de bailarla, se formaba un corro dejando un espacio en medio, donde los danzantes ejecutaban el baile. De este modo participaban todos, los del corro cantando, tocando algún instrumento o dando palmas, y los de dentro danzando.
En León podemos encontrar Jotas con o sin estribillo. La más frecuente es la Jota con estribillo, a la que se acoplan los diversos cantares, ya que permite participar al corro en el canto general. Ésta puede tener su origen en la Jota sin estribillo (una de sus estrofas, la más pegadiza, se repite periódicamente, pero con la misma melodía y métrica que las demás estrofas).
Las Jotas con estribillo pueden tener el estribillo muy ligado a la estrofa, muy seguido, a modo de coletilla (no se respira al entrar cantándolo); pero también puede ir netamente separado por unos tiempos de ritmo:
"No quiero querer a nadie,
ni que me quieran a mi.
Quiero andar entre las flores,
hoy aquí, mañana allí,
¡ay, Dios mío, yo qué haré!
Si me llevan a Melilla
yo de pena moriré,
¡ay, Dios mío, yo qué haré!"
Es frecuente que el estribillo es halle encadenado a sí mismo, por la repetición de versos, resultando más sencilla su memorización. en las estrofas, esto es más raro:
"El diañe la perra de la tía Isabel,
la agarré pol rabo, me quiso morder.
Me quiso morder, la quise agarrar,
el diañe la perra, la quise pegar."
Pueden hallarse Jotas con dos estribillos diferentes, bien con la misma música o con letra y música distintas. Parece ser debido a que dos Jotas con estrofas semejantes se han fundido en una. Generalmente se alternan el uno al otro.
Muy a menudo, la primera estrofa es una introducción o entradilla, donde el solista va adelantando el tema, al mismo tiempo que piensa las estrofas que cantará después. Cuando las Jotas se cantan con instrumentos, la entradilla se puede tocar sin letra y difiere en melodía del resto de la canción; sirve para animar a los mozos y a las mozas a salir a bailar:
"Y aquí me pongo a cantar
con alegría y sin miedo,
que el que no tiene delito
no le llevan prisionero".
Al terminar, la última estrofa suele tener carácter de despedida. Su tono es jocoso. A veces son varias, ya que cada mozo o moza del corro echa la suya, rivalizando en ingenio. En otras ocasiones, después de éstas, se agregan coletillas -siempre muy breves- que nada tienen que ver con la canción:
"Allá va la despedida
metida en una cereza;
más vale una despedida
que un cantazo en la cabeza.
¡Ay, la le lo! ¡Ay, la le lo!
Lo que tiene mi abuela
es de mi abuelo."
INSTRUMENTOS DE LA JOTA LEONESA
Los instrumentos que suelen acompañar a la Jota leonesa son variados; quizás el más específico son las castañuelas, porque permiten ser tocadas al mismo tiempo que se canta o se baila. Muy usual es la pandereta de sonajas, casi imprescindible en los corros de baile, y que se toca en León con gran maestría. También se pueden improvisar todo tipo de instrumentos de percusión, como morteros, botellas, carajillos, etc. En las fiestas grandes o en las bodas, este grupo era sustituido frecuentemente por una pareja de instrumentistas melódico-rítmicos que tocaban la dulzaina y la caja, o la flauta y el tamboril en caso de que sólo fuera un ejecutante.
Sólo nos queda añadir en este rápido análisis, que las Jotas leonesas suelen ir en tonalidad mayor, pero no es extraño encontrarse Jotas leonesas en tonos menores; y que la estrofa más frecuente es la "copla" de cuatro versos octosílabos, rimando en asonante los pares. También aparecen en los estribillos, aunque lo más normal en ellos es adoptar formas estróficas no sujetas a ninguna norma.
Y al acabar los estribillos o la Jota, no podía faltar el grito típico leonés, el "rejijío" o "relincho".
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